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Del enfoque militar al diálogo

Durante las últimas décadas, la política del Gobierno respecto de las guerrillas de izquierda ha oscilado entre la negociación y un enfoque de línea dura. Tras ocho años de guerra sin cuartel bajo el presidente Uribe (2002-2010), el presidente Santos (2010 - presente) ha dedicado todos sus esfuerzos a la salida negociada del conflicto armado.  Desde 2012, el Gobierno y las FARC negociaron una agenda de seis puntos. Las partes acordaron temas de desarrollo rural (mayo de 2013); participación política (noviembre de 2013); la solución al problema del narcotráfico (mayo de 2014); los derechos de las víctimas (septiembre de 2015), y la terminación del conflicto (junio de 2016).

Paralelamente, el Gobierno y el ELN han llevado a cabo conversaciones secretas que llevaron al anuncio de una agenda de negociación en marzo de  2016.

En 2006, los paramilitares llevaron a cabo la desmovilización de unos 30.000 miembros, sin concesiones políticas, pero muchos de los excombatientes se han unido a nuevas bandas criminales, conocidas como BACRIM. La mayoría de los líderes paramilitares más importantes fueron extraditados a los EEUU a enfrentar cargos por tráfico de drogas.

Innovaciones del proceso de paz colombiano

Hoy día, Colombia se las está viendo con el proceso de paz más significativo del mundo, en términos tanto de duración del conflicto como de la magnitud de la violencia sufrida por la población. El Gobierno reconoce más de ocho millones de víctimas en un país cuya población es de aproximadamente 46 millones.

El Gobierno y las FARC han aprendido lecciones de anteriores negociaciones fallidas en Colombia y el resto del mundo. Al hacerlo, han desarrollado cinco enfoques innovadores que pueden convertirse en un referente para los procesos de paz en otros países:

  1. Democratización del proceso de paz. El Acuerdo Marco de 2012 traza una diferencia entre el objetivo de las negociaciones de paz entre el Gobierno y las FARC en La Habana (para ponerle fin al conflicto armado) y la construcción de la paz, tarea que deberá realizar en Colombia la sociedad en general. Esta diferenciación reconoce la necesidad de procesos más incluyentes y legítimos– caminos múltiples hacia la paz– que implican más actores, más puntos de la agenda, más espacios de deliberación y más tiempo.
     
  2. Prevención de la impunidad al situar a las víctimas en el centro de las negociaciones. Los defensores de derechos humanos han desempeñado un papel fundamental al documentar las violaciones de los derechos humanos, y esta información permitirá un tribunal especial para la paz. Habrá cortes especiales encargadas de las investigaciones, enjuiciamientos y sentencias. Si los perpetradores cooperan con el sistema de justicia, se beneficiarán de penas reducidas.
     
  3. Las negociaciones abordan el desarrollo rural y el narcotráfico. A pesar de ser una de las causas fundamentales de múltiples conflictos armados alrededor del mundo, las cuestiones de reforma agraria y desarrollo rural nunca antes habían recibido tanta atención como la que se les prestó en Colombia. El Gobierno y las FARC acordaron también combatir la economía de las drogas ilícitas que se convirtieron en la principal fuente de financiación de la guerra en los últimos años. No obstante, una respuesta integral requerirá de un compromiso global, por lo cual hoy en día Colombia está liderando las labores de incidencia en la ONU para que se reforme el enfoque predominante de criminalizar a los productores y consumidores.
     
  4. La Subcomisión de Género está supervisando todos los documentos y acuerdos para garantizar un lenguaje y unas disposiciones que tengan en cuenta el enfoque de género. Colombia todavía no cuenta con un Plan de Acción nacional para implementar la Resolución 1325 del Consejo de Seguridad de la ONU, pero las organizaciones de mujeres han sido exitosas en su tarea de promover una mayor participación de las mujeres en las negociaciones, así como en las iniciativas de paz paralelas. Colombia es probablemente el primer país en haber abordado los derechos de la comunidad LGBTI en las negociaciones de paz.
     
  5. Preparación para la implementación antes de concluir las negociaciones. La sociedad colombiana y los negociadores son plenamente conscientes de que el acuerdo de paz no producirá la paz de manera inmediata, sino que marca un hito en el proceso de paz mucho más largo y complejo.  El Gobierno creó un Ministerio para el Posconflicto dos años antes del acuerdo de paz; el Congreso ha ido promulgando leyes para asegurar la implementación expedita y se le ha solicitado a la rama judicial que preste asesoría respecto de la constitucionalidad de las acciones ejecutivas y legislativas. A su vez, las FARC cesaron las acciones militares y empezaron a planear la transición a movimiento político desde un año antes del acuerdo.

Los retos que siguen

La fase post-acuerdo tendrá que enfrentar cuatro retos clave:

El proceso post-acuerdo será casi tan difícil como el de las negociaciones de paz. Las dificultades son enormes. Pero en un momento de conflictos exacerbados y crisis humanitarias en otras partes del mundo, Colombia se está convirtiendo en un referente para la identificación de soluciones políticas a conflicto aparentemente irresolubles. 

  1. Fortalecimiento de la apropiación y el apoyo del acuerdo de paz y la implementación de sus disposiciones. La opinión pública predominante le es hostil a las  FARC y el apoyo al Gobierno también es  bajo.  Así que a pesar de los desarrollos positivos sin precedentes en la mesa de negociaciones de La Habana, no sería sorprendente que la opinión pública siguiera siendo escéptica respecto de la sinceridad de las partes y de las posibilidades de paz.
     
  2. De las palabras a los hechos. La voluntad política es fundamental pero no suficiente para un proceso de paz exitoso. Tanto el Estado como las  FARC tendrán que luchar para cumplir con sus compromisos, dada la enorme carga que tendrán que soportar durante la etapa de implementación.
     
  3. Vinculación con el proceso de paz con el ELN. Las conversaciones de paz con el ELN se inician en el momento en el que están por culminar aquellas con las FARC. Aunque todavía hay tiempo para algún tipo de convergencia entre los dos procesos, la ventana de oportunidad se va cerrando a medida que pasa el tiempo.
     
  4. Transformación de la cultura . Tras décadas de violencia, es necesario abordar la desconfianza, el miedo y el odio arraigados. La  re-humanización del  ‘otro’ involucra no sólo a los combatientes sino a la sociedad en general. Será difícil que Colombia avance mientras no se reconozca la diversidad de perspectivas dentro de la sociedad como un valor y no como un problema.